En pleno siglo XXI, resulta inconcebible pensar poder vivir en un mundo donde lo que compramos sólo es lo que tenemos a la mano en nuestra localidad, o bien, en la región. No pensamos en ir a visitar a la familia o amigos sin antes cerciorarnos de que se encuentran en el domicilio. En una economía como la de este tiempo se dejan de lado algunos elementos para tomar otros. Empecemos hablando de la economía del conocimiento.
Se caracteriza fundamentalmente por tres grandes rasgos interrelacionados:
Es una economía que está centrada en el conocimiento y en la información como bases de producción, como bases de la productividad y bases de la competitividad, tanto para empresas como para regiones, ciudades y países. Esto se dice pronto pero tiene grandes consecuencias, porque el tratar de cómo se genera productividad quiere decir cómo generamos riqueza, que en el fondo es la base material para lo que luego podamos hacer.
Por ejemplo, reforzar el Estado de bienestar y ampliar la protección social en lugar de desmantelarlo. Esto que parece un problema difícil de resolver en una época de crecientes problemas sociales. En el momento en que hay más abundancia, no hemos resuelto los problemas, porque más recursos se pueden utilizar para hacer la guerra en lugar de para hacer el amor, pero por otro lado, sin los recursos, todos los problemas se hacen extremadamente más angustiosos. Por consiguiente, generar fuentes de productividad es un tema absolutamente esencial y, en este sentido, la nueva economía está por fin permitiendo prever la posibilidad de un salto histórico en la relación entre forma de actividad económica y generación de riqueza.
Esta economía basada en la productividad generada por conocimiento e información, es una economía global, lo cual no significa que todo esté globalizado, sino que las actividades económicas dominantes están articuladas globalmente y funcionan cómo una unidad en tiempo real. Y, fundamentalmente, funcionan entorno a dos sistemas de globalización económica: la globalización de los mercados financieros interconectados, en todas partes, por medios electrónicos y, por otro lado, la organización a nivel planetario de la producción de bienes y servicios y de la gestión de estos bienes y servicios.
La nueva economía está en la mayoría de los países. Considero que somos afortunados de tener la oportunidad de ser parte de ella, pero sin duda alguna aún queda mucho por hacer respecto a la interactividad que se puede dar a raíz de ésta.
Aunque la Nueva Economía puede pintar un difícil panorama te dejo el siguiente video deseando que al igual que muchos, tú también aceptes el reto.
BIBLIOGRAFÍA
CASTELLS, Manuel. La ciudad de la nueva economía.